Sufren explotación jornaleros del sur de Jalisco

Los jornaleros de la región Sur de Jalisco sufren explotación laboral que implica bajos salarios, jornadas de trabajo de hasta 60 horas por semana, falta de seguridad social, entre otras condiciones que atentan contra sus derechos humanos y laborales fundamentales. Así lo revela el estudio titulado: Las condiciones humanas y laborales de los jornaleros agrícolas en el Sur de Jalisco.

Víctor Genaro Ríos Rodríguez, del Centro Universitario del Sur (CUSur) y autor de la investigación, explicó que desde hace 15 años esa región ha experimentado un incremento en huertas, ranchos e invernaderos que producen principalmente berries (arándanos, frambuesas, fresas) y aguacate, donde laboran cerca de 20 mil jornaleros.

“Aproximadamente el 45 por ciento de las personas que participan en la producción de berries y aguacate provienen del sureste mexicano; cerca del 55 por ciento restante son personas que viven en la región. Sus niveles educativos son muy variados, incluyendo aquellos sin ningún grado de estudio, que representan el 6 por ciento de ese sector”.

La mayoría de los trabajadores han concluido la primaria o secundaria, muchos cuentan con estudios de bachillerato, y entre el 5 y 6 por ciento tienen estudios de licenciatura. Sin embargo, laboran por un salario que se encuentra en el mínimo o incluso por debajo de este.

“Los sueldos oscilan entre mil 600 y mil 800 pesos semanales. Aproximadamente el 35 por ciento de los jornaleros agrícolas cuenta con seguridad social y prestaciones de ley, pero alrededor del 65 por ciento no tiene acceso a estos derechos, lo que vulnera sus garantías laborales. En muchos casos, los servicios médicos son proporcionados por la propia empresa”.

Aunque no existe un padrón oficial de las empresas dedicadas a la producción de berries, hortalizas, aguacate y otros productos del campo, ni a nivel municipal ni estatal, se calcula que hay aproximadamente 20 mil jornaleros agrícolas distribuidos en municipios como Zapotlán el Grande, Sayula, Tapalpa y San Gabriel, entre otros.

“Esta producción se canaliza principalmente a los mercados internacionales, en especial a Estados Unidos, mientras que la región se queda con una mínima parte. Esto también representa una forma de explotación de los recursos naturales. Antes el clima era distinto: más fresco y con más lluvias. Hoy, debido a la deforestación y la expansión de las huertas, el entorno ha cambiado notablemente”.

Criticó que estas empresas reciban apoyos de las autoridades sin que exista una supervisión real de las condiciones laborales de sus empleados. En muchos casos, son alojados en habitaciones con tres o cuatro literas para seis u ocho personas, con cocina y baño compartidos.

“La ley establece que, además de las prestaciones y un salario adecuado para sostener a una familia, la jornada laboral debe ser de ocho horas. También se deben garantizar servicios de salud, alojamientos amplios y saludables, así como seguro de vida, ya que muchos jornaleros viajan más de una hora en camiones que no están en buenas condiciones. Percibo una pasividad por parte de las autoridades, una omisión de sus funciones que genera un escenario de abuso en perjuicio del jornalero, producto de la negligencia para cumplir con sus obligaciones legales y garantizar condiciones de trabajo justas y humanas”.

Paradójicamente, a pesar de estas condiciones, muchos jornaleros, la mayoría, se sienten satisfechos con su empleo, ya que perciben un salario y sienten que su trabajo es reconocido, lo cual representa una mejora respecto a lo que ganaban en sus lugares de origen.

“No contaban con transporte, habitación ni seguridad social. Por eso muchos se sienten bien, valorados. Pueden enviar dinero a sus familias, comprar sus cosas, establecer relaciones de amistad”.

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